Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

martes, 19 de octubre de 2010

Casualidades.

Ayer, el frío nos volvió a pillar desprevenidos. Estabamos en plena calle, como otro día cualquiera. Si, me acuerdo que debatiamos una doble R muy sonada ultimamente, realidad o rutina, ¿verdad?
Los dos, sentados en el primer escalón de la puerta de la biblioteca, con algún que otro cuaderno tirado por los suelos. Eso daba igual, la cosa era poder ganar aquella estúpida lucha. Ambos sabiamos que la respuesta sólo podía ser una, experiencia, suena suave y bonita, eso creo.
Y si no eran las matemáticas, era acerca de las vestimentas, y sino, sobre el primer pensamiento que apareciera por la cabeza de uno de los dos. La razón daba igual, la cosa era poder pelear, poder reirse de tus propias contradicciones, negar lo evidente, y sonreir. Si, justo eso, eso era lo más importante. La unión de un par de sonrisas, aparentemente casi perfectas. La perfección es subjetiva, no existe. Maldita frase que repetiamos todas las tardes de domingo, después de una eterna llamada telefónica.
Tenía claro, que , por muchos años que pasaran, esa sonrisa, su sonrisa, hasta el más mínimo sonido que se producía al verle sonreir, todo eso era imposible de olvidar. La manera tentadora, la risueña, la vacilona, todas y cada una de ellas. Y los ojos oscuros. Practicamente negros. En si, él.
Sensaciones increibles, sin ninguna duda. ¿Tú las tienes?

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