Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Es como es, y no será de otra manera.

El tiempo funciona sin pilas. Los trenes no esperan y se largan. Los capuchones de los bolígrafos se pierden. Las palabras son inversamente proporcionales a todo lo que queremos decir. La batería de los móviles siempre falla. Las miradas ya son sin compromisos. Las drogas un medio de vida. La música pierde interés por sus letras. Los ordenadores tienen un chip para no querer volver a encenderse cada dos años. Los zapatos se desgastan. El amor se denuncia por malos tratos. Los sueños siempre llegan con retraso. El pasado te hace rebobinar tu vida. Los días martes y trece conspiran contra a ti. Los besos se agotan. La esperanza desespera. Las leyes se imponen sin venir a cuento. El tabaco mata. Los lunes son odiosos. Las relaciones se destiñen. Los compromisos se desentienden. Las luces se funden. Tu maleta pesa más de la cuenta. Los autobuses marean. Los sentimientos se confunden. Los semáforos siempre se ponen colorados si los miras. Los bordillos están dónde no te los esperas. Las prisas te retrasan. Los tipos malos son muy malos y los tipos buenos no son tan buenos.


C'est la vie.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Un mes después.

Cualquier pregunta sobre la felicidad es difícil de responder. Podemos hablar de felicidad con millones de risas, con aproximadamente tres semanas lejos de casa o incluso resumirla en una palabra: Oxford.
Pero al final, todas y cada una de las experiencias se quedan en nuestro recuerdo, ya sean largas, cortas, horribles o increíbles. Cuando te quieras dar cuenta, no lo recordarás todo, puede que ni la mitad pero sabrás que te impresionó y te gustó de verdad.

En los últimos días de este viaje me di cuenta, que como todo, tenía que acabar, cualquier experiencia tiene un final y esta, cómo no, no sería menos, por eso quería tener fotografías de todo, de cada una de las sonrisas, las frases estúpidas y las inoportunas, las horas de siesta a lo "piso patera", las cagadas de Marina, las conversaciones, el paraguas a lo guiri, las confesiones, el idioma balleno de Eva, los "os voy a echar de menos", The vines, Oriel, los fin de semanas de excursión, la piña del niño rabioso, los "no lleguéis tarde", las imitaciones a "boquita de piñón", las vueltas a Pullens Lane, la estupenda comida, el ascensor-montacargas, las noches en la resi de Andrés, la "pijama party", los "men in Black", el zulo de fumadores y el chiquipark, las tardes de Starbucks, las clases de pronunciación de Olaia, los "open the book, close the book", en fin, recuerdos que los llamaría felicidad.

Y así, después de un mes, sigues intentando arañar recuerdos, haciendo un esfuerzo por no dejar atrás los pequeños detalles, por seguir preguntándote qué es lo que estarías haciendo a estas horas si siguieras allí. Y te das cuenta que has cambiado, que personas que los primeros días eran completos desconocidos te dieron una nueva manera de ver el mundo, una perspectiva que buscabas desde hace tiempo, haciéndote ver que te queda mucho camino que recorrer.



“En estos viajes conoces gente y también personas, otras culturas y maneras de pensar pero lo que realmente haces es descubrirte a ti mismo, tus limites y fronteras. En fin, mañana todo esto parecerá un sueño.”

sábado, 10 de septiembre de 2011

Madrid, estoy de vuelta.

Volver, aparecer de la nada. Y sí, estoy aquí, te he devuelto la llamada que hiciste un jueves de hace algunos meses. Y si, ahora mismo te estoy preguntando que cómo te va todo, si conseguiste encontrar aquello que buscabas con tanta ansia, si has encontrado a alguna mejor que yo, y me gustaría saber si en realidad tu último 'te quiero' era cierto.
Deseo con tantas ganas la idea de saber que me echaste de menos, que te fue duro saber que yo no estaba cerca sino a miles de kilómetros pensando en hacer un cambio en mi vida, o quizás en mi. Y me encantaría que me aceptases que llevo razón, que tengo, de nuevo y como siempre la razón.
Pero no tengo ninguna prisa, sé que en breves volverás a verme. Es inevitable que no nos crucemos cuando nuestros inviernos han decidido tener una parte de camino en común. Me muero de ganas por ver tu bonita sonrisa al verme entrar por la puerta, al saber que, después de todo he vuelto por mucho que no confiaras en mis palabras, cuando te dije "Sí, claro que volveré".
Nunca te quise decir qué día sería con exactitud, preferí simplemente volver y recordarte que aún te sigo queriendo.



¿Y tú a mí?

domingo, 4 de septiembre de 2011

Con lo mismo, renovada.

El día dice adiós, todo anochece y el calor empieza a caminar pasando por todos y cada uno de nosotros. Una larga jornada, una temporada difícil. Pero es hora de hacer una pausa, descansar y reflexionar acerca de cómo podemos desprendernos de todo aquello que no nos conviene, la mierda que nos persigue, y ser conscientes de que la huella del tiempo se hace cada vez más honda mientras que nosotros seguimos aquí, parados y esperando algo que parece ser que no es digno de dejarse ver.

Pero nadie es capaz de seguir parado, ni de continuar, se necesita un descanso. No hablo de un día alejado del mundo, hablo de como mínimo semanas, de perderse en la muchedumbre, de dejar que representar el papel que te han asignado durante el invierno, hacer el dichoso "borrón y cuenta nueva", y buscar un cero para reiniciar. Yo, este tiempo, he encontrado todo aquello que buscaba, lo que esperaba ver lo vi en su día, ahora ha vuelto a desaparecer. Desaparece conmigo.



Aún así, no me arrepiento de no haber plasmado en papel todo aquello que sucedió, siempre tendré minutos e incluso horas para hacerlo. El invierno es largo.