Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

martes, 30 de noviembre de 2010

Efecto batidora.

Del mismo silencio sacamos la misma conclusión. La perfección es completamente subjetiva. De ahí, el pequeño motivo de no buscarla. Ni perseguirla, ni encontrarla, ni saborearla.
En cambio, llegas tú. El grado de diferencia y similitud están en un equilibrio prácticamente constante. Apareces, desapareces y vuelves a aparecer, como no, dando señales de humo. Y para qué pequeñas o disimuladas. No, tú decides casi provocar incendios con tal de llamar la atención. Tomas decisiones que luego deshaces, de tal manera que parece que todo se desvanece en milésimas de segundo, al igual, que vuelven a fabricarse del mismo modo.
Rareza. Justo esa palabra te definiría a la perfección. Pero como la perfección no existe, me doy cuenta de que no te conozco. No te conozco por lo que no te juzgo. Aunque de manera posiblemente inevitable me provocas un conjunto de reacciones en forma atracción-repulsión. Y no hay un lado de la cuerda que tire más que el otro, por lo que volvemos a hablar de un equilibrio prácticamente constante.

Y si, como verás esto es un ciclo que lo único que consigue es un efecto batidora. Todo junto. Nada claro.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Lo dejaste claro. Yo también.

No te equivoques. Tiempo atrás has dejado de conocerme. Y ahora, ¿qué sabes? Acéptalo nada. Nada de nada. Y pretendes intentar algo que no te sale, necesitas como mínimo una gota de madurez, o tal vez una buena caída de esas que duelen y que dejan una cicatriz que, con el paso del tiempo puedas mirartela y decir "Joder, ya sé en qué no me tengo que convertir de nuevo". Así es. No hay más. Esta caída no ha llegado, o ha sido tan leve que no has podido percibir las consecuencias. Lamentablemente la estupidez se ha vuelto a apoderar de ti. Sí, increible pero cierto. Y no, ahora no juegues con la palabra amistad, ni con amigos, ni siquiera con la típica frase de "quiero saber de ti". No, no y no. Haz las cosas bien, gánate las cosas a pulso, y así podré sentirme orgullosa de lo que pensaba que eras, encontraré alguna semejanza que me provoque una sensación agradable porque de momento lo que provocas se quedan a bastante distancia de algo bueno.

Dímelo de verdad, ten en cuenta que todo ha cambiado y sé capaz de decirme que, a pesar de cualquier cosa, recuerdas lo que era, puedes hacer un incapié en mis cambios, tantos los buenos como los malos. Me gustaría saber tu opinión. Bueno, si pudieras tener alguna medianamente coherente. Hay algo que debes saber, ninguno somos quien eramos, el tiempo ha pasado por nosotros y los cambios, en ciertos aspectos, son evidentes. Otros se notan menos, aunque tienen la misma importancia. Ahora si, intenta que el tiempo no te estropee más de lo que lo hace diariamente, de esta manera, llegarás a conocerme. Vamos, si quieres.


Pero por el momento, te toca aceptar toda la mierda que llevas encima.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Sólo me hace falta un sí.

No hemos llegado a un tope. Pero ya nada puede ir a peor. No sé qué es lo que hay, qué es lo que ha quedado, ni siquiera sé hasta que punto se ha desvanecido todo esto. No hemos marcado un tope, un pequeño límite que nos avisara que nos estamos equivocando, que llevamos ya un par de semanas equivocadas. Y yo, al menos me he cansado, no busco culpables, me da igual, de momento son otras cosas las que me provocan más dolor, más lágrimas y más ganas de huir. Y no puedo seguir haciendo de tripas corazón, ni seguir con la estúpida idea de que no queda nada. Porque no tengo la certeza, porque es imposible que después de tal cantidad de amistad, ahora no quede ni un mísero granito, porque yo no me lo creo.
Pero yo no he quitado la palabra a nadie, yo desconozco motivos, desconozco razones y desconozco realidades.

Porque en el dia de hoy, me he dado cuenta que no sé ni la mitad. Necesito que me informes, ¿lo harás?

lunes, 22 de noviembre de 2010

Fortaleza evaporada.

Ya de noche. Tengo la carne de gallina. Se nota que el invierno hace ya días que nos dió la bienvenida. Sin embargo, continúo caminando. De momento, no me he puesto ningún límite, tampoco una meta. Pensándolo mejor, hay un lugar que me gustaría visitar. Si, no está muy lejos de donde me encuentro ahora mismo. Solo hay que seguir recto toda esta calle, y cuando vea una edificio un tanto llamativo, girar a la izquierda.
Aquí estoy, me siento, este lugar es un sitio perfecto para hablar. De hecho, la mayoría de nuestras charlas han transcurrido aquí. Ambas sentadas, relajadas con la oscuridad de la noche. Para cualquier otra persona no dejaría de ser una parada de autobús, puede que remarcándolo más, la parada del autobús 106.
Esta vez no había nadie. A lo largo de toda la acera seguía sin haber nadie. Incluso en ninguna de las aceras había alguien. En cambio, ahí me encontraba yo, sin ganas de nada-incluyendo charlas-, ni de nadie. Por unos instantes, llegué a creer que la odiosa soledad me provocaría menos dolor que una multitud de personas. Después de que pasara algún tiempo no conseguí obtener una respuesta firme. En cambio, al abandonar la calle, llegar a casa y encontrar un abrazo me dí cuenta de lo que echaba de menos el hecho de sentirse arropada por alguien.

Al parecer, no consigo ser lo suficientemente fuerte como un día me planteé serlo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Hazlo, pero paso a paso.

No es momento de lamentaciones. De hecho, no pretendo que ninguna lágrima te acompañe durante más de un par de horas. Es hora de marcarte un planteamiento. Claro, algo firme y que sea capaz de sostentarse a pesar de cualquier imprevisto hasta de los de última hora, de esos que no dejan en vano a nadie, de los que van directamente a la yugular, sin pensarselo dos veces. Más bien, ni siquiera una.
Y cuando estés tan segura de que lo tienes, pasa a la práctica. Vives esos instantes, sé capaz de saborear mentiras, y mejor aún, toca con tus propias manos la cumbre. Pero hay algo fundamental, utiliza ese caparazón que llevabas meses y meses forjando, ya, después, haz lo que quieras, lo que más te apetezca en cada momento. Ten en cuenta que si estás decidida a borrarlo todo, hazlo. Yo realmente te animo, me parecería algo admirable.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Me lo explicais?

Vuelven las tardes de soledad, los minutos a los que llega un punto que no se sabe por donde cogerlos. Vuelven las ganas de caminar sola, de dar vueltas de media hora después de una eterna tarde de estudio, de que te dé un buen trozo de aire en la cara, ganas de despejarse.
Lo que no terminas de entender es como de la nada han reaparecido "te quieros", los cuales pareces sinceros -no tienes la certeza pero al menos es lo que parece- ves que repentinamente las cosas han vuelto a cambiar. Así, tal cual, sin motivos. Lo único que sientes es que todo parece hipocresía, que ya nada molesta de los otros, que todo lo que tanto te molestaba ahora de repente ha desaparecido, sin más.
Y yo, me quedo sin entenderlo, nadie me lo explica, nadie se para a pensar la opinión que tengo yo acerca de esto, empieza a parecer que da igual. Eso si, luego bien que viene todo el mundo a preguntar los porqués. Ahí es cuando lo único que me apetece decir es "no existen".

Irreal, no hay más.

Juegas a lo tonto de nuevo. Otra vez con fuego, como no. Y otra vez, el muñeco con el que has decidido jugar ha sido el mismo. Parece ilógico. Personalmente, añades un grado de falsedad considerable teniendo en cuenta que tú te consideras una sufridora más de este círculo vicioso que nos lleva persiguiendo cierto tiempo.
De ahí, que no entiendo el motivo de ir a por palos de madera para poder atizar el fuego y poder avivarlo de nuevo...
¿No eras tú la que pretendía encontrar un momento de estabilidad? ¿No buscabas equilibrio?
Verdaderamente, eso es completamente inaceptable, pero esta vez la batalla que se ha formado ha sido en tu interior. Fuera de eso está todo como lo dejaste al irte, pequeños cambios, nada importante ya sabes, lo normal. Y a partir de hoy, yo estoy fuera, ese conflicto va a dejar de ser mio, tengo las ideas claras y no voy a pertenecer a algo que no me interesa, y más aún que no me aporta nada. Al fin y al cabo, querer es poder ¿no?
El resto, estaros tranquilos, yo he hecho lo único que estaba en mi mano. El que avisa no es traidor y tú has jugado sucio.
Esta vez, hasta ella tiene razón.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Una sesión de mirarse el ombligo no viene mal

Lo siento, no hay nada que pueda decirte. Mis palabras se han quedado completamente vacías, he decidido mantenerme al margen hasta que encuentre algo por lo que merezca la pena volver.
Por el momento, no tengo ninguna ganas. Tenlo en cuenta, sigo estando ahí, el pequeño cambio ha sido mi manera de actuar. A partir de hoy me baso en demostraciones, el resto, no sirve.
Lo único que hago es limitarme a tirar flechas, da igual a donde lleguen, al menos sabré que si en cualquier momento te las encuentras, podrás abrir los ojos. Seguramente sea demasiado tarde, pero mejor tarde que nunca.