Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

lunes, 25 de octubre de 2010

Sigue transmitiendo recuerdos, hará falta

Era imposible no percibir esa voz. Estábamos sólo ella y yo en la habitación. Una habitación de una casa normal, el cuarto piso de una calle dentro de un barrio medianamente conocido, un barrio con gente que va a trabajar todos los días, que se gana su sueldo, la mayoría ya jubilados. Todos y cada uno de ellos con la mirada te podía contar una historia maravillosa. Lo mejor, sería completamente real. A fin de cuentas hablan de su vida.
Y así era ella. Los rasgos de su cara estaban ya marcados, acompañados de pequeñas arrugas, supongo que los años echaban una carrera de fondo, se le iban acumulando, como todo. Su expresión facial era triste, las pérdidas de su marido y su hijo se reflejaban a la perfección en cada cosa de la que hablaba. Su increíble sabiduría provocaba una extrema atención por mi parte, era imposible no sonreirla, no dejar de mirarla, dejar de escucharla, contaba los hechos transmitiendo sentimientos que años después permanencían en las palabras.
Su voz, verdaderamente madura, a la vez que dulce, familiar, la utilizaba para poder relatar sus recuerdos. Tanto los agradables como aquellos en los que incluso alguna que otra lágrima se derramaba por su rostro. De personalidad extraña, puede ser por sus vivencias, por el hambre en años de guerra, por una madurez obligada e inoportuna, cada uno de los baches, los obstáculos trasladados a problemas. A pesar de todo, yo seguía fascinada. Daría tanto por ser como ella, y no me confundo, teniendo en cuenta que es mi abuela.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Posible arrepentimiento.

Una tarde de otoño, aproximadamente a mediados de octubre. Si, lo recuerdo, 21 de octubre de 2001. Era el típico domingo en el que cogerías una manta, la tableta de chocolate y una peli de esas en las que no paras de llorar.
Después de toda una vida compartida con ella, decidió irse. Así, tal y como te lo estoy contando. Cada vez que intento recordar la cantidad de recuerdos que pasaron en un instante por mi cabeza, de manera completamente repentina, lo único que salen son lágrimas.
Sobre las siete de la tarde, sonó el móvil, era Cris. Me pareció extraño, ya que la conversación del sábado no fue precisamente agradable. Hacía tiempo que no soltabamos tantas estúpideces juntas, ahora lo veo así. Supongo que aquel sábado era lo que quería decir o más bien lo que dije. Decidí descolgar el teléfono, esperando saber el motivo de la llamada. El verdadero motivo no era nada similar a cada cosa que pude pensar.
Y no la volví a ver, no pude decirla todo lo que la quería por mucho que discutieramos. Y no se lo pude decir porque un borracho conducía tan sumamente rápido que ella salió disparada ocho o nueve metros.

Eso si, tanto el número veintiuno como aquellos ojos azules se han convertido en un recuerdo efímero. Algo imborrable.

martes, 19 de octubre de 2010

Casualidades.

Ayer, el frío nos volvió a pillar desprevenidos. Estabamos en plena calle, como otro día cualquiera. Si, me acuerdo que debatiamos una doble R muy sonada ultimamente, realidad o rutina, ¿verdad?
Los dos, sentados en el primer escalón de la puerta de la biblioteca, con algún que otro cuaderno tirado por los suelos. Eso daba igual, la cosa era poder ganar aquella estúpida lucha. Ambos sabiamos que la respuesta sólo podía ser una, experiencia, suena suave y bonita, eso creo.
Y si no eran las matemáticas, era acerca de las vestimentas, y sino, sobre el primer pensamiento que apareciera por la cabeza de uno de los dos. La razón daba igual, la cosa era poder pelear, poder reirse de tus propias contradicciones, negar lo evidente, y sonreir. Si, justo eso, eso era lo más importante. La unión de un par de sonrisas, aparentemente casi perfectas. La perfección es subjetiva, no existe. Maldita frase que repetiamos todas las tardes de domingo, después de una eterna llamada telefónica.
Tenía claro, que , por muchos años que pasaran, esa sonrisa, su sonrisa, hasta el más mínimo sonido que se producía al verle sonreir, todo eso era imposible de olvidar. La manera tentadora, la risueña, la vacilona, todas y cada una de ellas. Y los ojos oscuros. Practicamente negros. En si, él.
Sensaciones increibles, sin ninguna duda. ¿Tú las tienes?

domingo, 17 de octubre de 2010

Nos conocemos bastante ya.

Está practicamente de noche. Es tan temprano que a quien se lo contara me juraría que a las horas a las que me levanto todavía no han puesto ni las calles. Probablemente. Es otro día más de la rutina; hoy la parada del autobús está completamente vacía. Bueno no, acaba de llegar el chico de todas las mañanas. Él con su abrigo negro y su mochila, y como no olvidarlo su música que podría escucharse a tres o cuatro metros de distancia. Odio ese tipo de música, es escexivamente pegajosa. Se cruzan un par de miradas, algo usual como cualquiera de los días. Siempre está ahi, ni más cerca ni más lejos. Si le ves no es alguien que te llamase la atención, un chico de unos diecisietes años bien cumplidos con una cara de sueño tremenda dispuesto a ir a clase.
Lunes. Martes. Miércoles. Jueves y viernes. Todos los días de la aburrida rutina.
A pesar de eso apenas le conozco, he cruzado alguna que otra palabra, más bien la cosa era a base de miradas. Y ahora está justo en frente mía, el ipod no deja de sonar y yo tengo unas ganas horribles de sentarme. Acabo de ver un buen sitio.
- Perdona, ¿está libre?

Y ahora es el momento en el que le toca contarme algo, problablemente nada fuera de lo común, o quizás de un paso más. Un paso que alguien como tú anda buscando.

Tienes el algo que hace falta.

Te voy a contar algo. En este mundo hay dos tipos de personas, están aquello que se levantan cada día con un afán mayor de superación, con increibles ganas de comerse el mundo, de mejorar segundo tras segundo. Y luego están los otros, que exiten por un equilibrio de este mundo. Se hunden antes las adversidades, corren mientras que los problemas les persiguen y acaban corriendo juntos echando una carrera de fondo.
La duda que me surge es de qué tipo de personas quieres ser tú. Si de verdad te merece la pena ese derroche de lágrimas por algo que verdaderamente te encanta, el baloncesto. Se nota perfectamente, incluso a millones de kilómetros que disfrutas, se te iluminan los ojos cada vez que el campo te pide a gritos que entres, en cada momento en el que coges el balón y te dispones a realizar una de esas estratégias que minutos atrás tu entrenador te ha recomendado. Y ultimamente te limitas a salir con la cabeza agachada, sin esa preciosa sonrisa que tienes, sin ese brillo especial por el que se caracterizan esos ojos verdosos. Sabes que esa no es la actitud, que así no vas a llegar ni siquiera a la vuelta de la esquina. No llores, no me gustan que esa gotas recorran tu cara.
Ve con ganas, comete el mundo y lo que haga falta, no te dejes caer por nada porque la cima te espera. Lo único que necesitas es a los demás y a tu confianza, así siempre serás el mejor, para mí, lo eres desde hace mucho tiempo.

sábado, 16 de octubre de 2010

Tu error, mi venganza.

No eres nada. No intentes cambiarlo. Has perdido hasta el mínimo valor que tenías. Convéncete, eres una más dentro de ese montón de mierda. Hablas, hablas y sigues hablando creyendo que las paredes no escuchan, que el resto del mundo no se detiene a recordar esas palabras. Equivocada que estás. Ahí, justo ahí, a dos calles a la izquierda se encuentran todos, cada uno de ellos dispuestos a decirte que lo único que se te da bien es el dolor, son incluso capaces de escupir tus palabras, una tras otras, todo lo que soltaste, los hechos, las mentiras, las vidas falsas.
Lo que me parece realmente raro, es como, tú siendo tan inteligente ya que para nada te considero tonta has podido cometer ese error, eso tan sumamente sencillo y simple se te pasó. Quedó fuera ya que te dedicaste a trabajar a mayor dificultad. Todo es mucho más simple, el dolor no se encuentra el algo que da tantas vueltas, está mucho más cerca, no necesitas más que observar y analizar. Para ti, sencillo. ¿Tu error? Tantas ganas de dolor que se atan los hilos solos, mientras que tu te detienes en desatar nudos complejos.

Y ahora es cuando yo, si, tengo aires de venganza.

martes, 12 de octubre de 2010

Puro placer.

Se me había olvidado lo que era sentir eso. De un momento a otro, una cantidad inumerable de sentimientos me sucumbieron practicamente. Cada minuto era una sensación nueva, cada segundo era un grano más al montón de la felicidad, cada uno de los instantes producían mayor tentación, muchas más ganas. Y aquellos chorros de agua medianamente templada decidieron recorrer mi cuerpo, empezando por una espalda completamente helada, seca.
En cuestión de tiempo mi mente se quedó en blanco, se limitó a disfrutar de una placentera y caliente ducha después de un día tan complicado como el de hoy. Era tan relajante como un atardecer de verano tumbada en un verde, vivo, precioso, húmedo, espeso césped. Y notas el contacto de tu piel con la espuma del jabón, ese olor tan peculiar. Así, puedes a llegar a observar como cada una de las ideas están deslizandose por la bañera, las responsabilidades que se las acaba llevando ese agua ya enfriada por el desagüe, el agujero negro. Llegó el momento del final, un gran chorro recubre tu cuerpo entero y te dice adiós. Bueno, más bien hasta mañana a las doce.

jueves, 7 de octubre de 2010

No se resume a cosas de trenes.

Siéntate en el primer sitio que encuentres. Para por un segundo cualquier ritmo de vida que lleves. Olvídate de lo complicado que ha podido ser el día de hoy. No pienses en nada. Limitate a mirar a cada una de las personas que pasan por tu lado, aquellas que llevan prisa, las que van con mucha más calma. Solas y acompañadas. Tristes, incluso desoladas. También alegres, positivas.
Y ahora mírate a ti. Míralo bien, con detenimiento. Plantéate algo que yo también lo he hecho. Imaginate a ti mismo, sentado, justo en la misma postura en la que te encuentras en este mismo momento, pero en una estación de trenes. Da igual cúal sea, si quieres la más cercana, o la que se encuentra en la otra punta del mundo o aquella que únicamente es producto de tu imaginación.
Afortunadamente o no la vida es como un tren. Si lo piensas con detenimiento te darás cuenta que todo lo que te estoy contando es una certeza. Sigues un camino durante años, no sabes a donde irás, incluso a veces ni siquiera de donde vienes. Haces pausas, paradas, piensas en hacer un transbordo, si sentarte a esperar lo siguiente o salir y ponerte a caminar.
Existen millones de paradas, unas largas, las cuales se te hacen eternas. Piensas que el conductor se ha podido olvidar de tu existencia, el tren tarda tanto que el aburrimiento te llega a absorber. Y luego, están las otras, cortas, extremadamente rápidas, que no te da tiempo casi a llegar. Quizás la diferencia esté marcada por algo, por la palabra a la que se suele acudir en estos casos, como era.. destino. Eso.
Y yo, no sé. Estoy subida en alguno, seguramente, noto como suena el contacto con los raíles, llegaré a alguna parte de eso no hay duda. Pero hay algo que no funciona bien. El tren necesita descanso, o más actividad.
Hay algo que es cierto. El resto de los trenes funcionan de una manera completamente diferente. A mí sólo me queda mirar por los cristales empañados cómo es el mundo de fuera porque sino todo se basaría en seguir escuchando el contacto raíl-tren.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Nadie te dice que te pueda decir adiós.

No hay espera que valga. Esto se mueve a una velocidad casi impercedivible, es un sin fin de correr. Kilómetros y kilómetros intentando ir en contra del tiempo, pero ya no sirven las palabras, ni siquiera ningún tipo de lamentaciones ni lágrimas, no vas a conseguir nada.
Has perdido, puede que por primera vez, puede que una segunda oportunidad esté cerca, tal vez un gran error irrevocable. Es así. No hay más.
No te estoy intentando convencer de nada, es algo que no pretendo. ¿Hay solución?
Seguramente si. Sin embargo estoy segura que está a las afueras de mi alcance, que no es algo tan sencillo cómo estirar la mano y cogerlo. No, sin duda no lo es.
Pero hay algo en lo que te equivocas, eso creo, no es pura tontería, ni palabrería. Las palabras se las lleva el viento, tarde o temprano. En cambio, esto no. Es abstracto, vas más allá que un simple conjunto de letras unidas con un poco de sentido. Y no, no se me han ido las ganas de luchar, en cierto modo hay sentimientos que los creía imposibles de florecer, pero el cuidado de una flor es algo muy costoso. Tú lo haces increiblemente bien, no tengo la menor duda. También se percibir lo que es un buen vino y por el momento las amapólas amarillas se me han perdido.

Si tu respuesta es un adiós, la mía siempre será un hasta luego. Me gusta quedarme con todo.


In a vague time I'll return and I'm gonna tell you I need you.

lunes, 4 de octubre de 2010

El todo irá bien se quedó lejos.


Odio seguir aquí. Para ti, para vosotros, para cualquier persona que me necesite. Cualquiera que esté al alcance de mis ojos, que pida a gritos ayuda. Lo siento, no puedo seguir aquí. Cada vez me doy cuenta que lo único que consigo es dolor, decepción, tristeza, y ganas de huída. Y qué, es la misma rutina de siempre, exigen cosas que ni siquieran son capaces de cumplir. No es justo que digas que lo echas de menos, que el resto no se comporta de manera adecuada para un "todo irá bien". Ten en cuenta, que ni siquiera tú lo haces. Vas a tu bola igual que lo hace el resto. Pero claro, por qué no hacerlo, no serás tú la que se sienta sola, siempre tendrás a otro que te resguarde del frío. O no, quién sabe. Llegará el momento en que el todos estemos a igualdad de condiciones. A lo mejor ese día te das cuenta de la cantidad de errores que se pueden cometer uno tras otro.
Lo malo, puede que ese día no sea yo la que esté para ti. Tal vez, yo haya sido el mayor de tus errores cometidos.
Nadie lo sabe, sólo el tiempo.
Y como no, es la hora de coger de nuevo aire y seguir respirando. No estamos para desperdiciar oxígeno.
Son de las pocas cosas que me quedan.

domingo, 3 de octubre de 2010

Acabas de volver a elegir.

Tú. Tú eres tonto. Eres increiblemente imbécil. Sólo te limitas a observarla, a mirar detenidamente cada una de las partes que PARECEN tan perfectas de su precioso cuerpo. Tienes realmente claro que te encanta. Ella y su extraña forma de ser. Pero eres tan sumamente estúpido que no eres capaz de pronunciar algo coherente, ni si quiera un TE QUIERO. Mientras, ella sigue moviéndose rápidamente por la habitación. Recoge sus cosas. Ha decidido marchar, preparar una maleta con lo útil, desechar todo aquello que no sirve, o simplemente todo lo que ha dejado de utilizar.
Está triste, esperando un "quédate" o un "no te vayas". Tal vez, un sencillo "te necesito". Ambos saben que se quieren, no está claro quien siente más, no importar, exitir, EXISTE.
Ha terminado. Se dispone a irse, a otro lugar, posiblemente desconocido a miles de kilómetros o tan conocido como a un par de manzanas. Tampoco se sabe si con vuelta o sin ella. El caso es que se va, y tú eres tan imbécil de quedarte parado y limitarte a observar los acontecimientos.

viernes, 1 de octubre de 2010

Autoestima alta, no viene mal.


Esa eres tú, no yo. Yo no he sido la que ha cerrado las pocas puertas que aún permanecían abiertas, quizás si que te he negado una invitación para que vuelvas. Y claro, fui yo quien dio el paso para dejarte en evidencia delante del resto, pero no me lo consideres una maldad, al fin y al cabo tu me forzaste a hacerlo, te lo estabas ganando a pulso cada día. Mentiste, nos utilizaste de segundo plato y pretendiste un perdón. Lástima, sólo fue conmigo con la que tu jueguecito no funcionó, será que nunca pude confiar en ti. Sabes lo peor, que yo tengo las llaves de la sala, ahora me toca elegir quienes entran y también todos los que se quedan fuera. No me consideres manipuladora, no lo soy, me limito a mostrarte realidades. Siento que no te dejen de decir lo mucho que te pareces a mi, o lo parecidas que podemos llegar a ser, pero no te equivoques, te llevo unos cuantos kilómetros de ventaja.