Y entiendo que se acabó, de hecho es lo que verdaderamente quiero. Aún así es inevitable no recordar que eras tan sumamente tierno cuando decías que con verme bien tenías suficiente, que cuando yo estaba bien no necesitabas más para estarlo tú también.
Acepto que me reí de tus sensiblerias, y que escondí todo lo que debería haber dicho.
Ahora me ruedan lágrimas por el suelo cuando dejas que oiga decir que estás contento dando abrazos a otra, que los besos siguen siendo especiales, que tanto te da igual lo que hablen a tus espaldas y que te arrepientes de ese pasado... Ahí, todo se hiela. No queda nada.
Tú has acabado con ese capítulo y yo, aquí, termino con el mío. Quizás ahora me dé por correr lejos, sé que lo notarás por muchas puertas, capítulos, libros o incluso kilómetros que pongas de por medio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario