Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

sábado, 18 de septiembre de 2010

De camino, llegaré.

El tiempo.Es la magnitud que permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un presente y un futuro. Es la cosa más secilla del mundo pero que a la vez lo implica todo. Es uno de los pilares para cualquier ser, tanto sea persona, perro o geranio, hasta aquellas impresionantes amapolas amarillas que veo día trás día en el camino de vuelta a casa se basan en el tiempo. Nacen, crecen, florecen, llegan a ser realmente preciosas y dicen adiós a este mundo, se marchitan. Mueren.

Y hoy, una parte más del tiempo, de mi tiempo, volvemos a caer en el mismo andén, ese andén por el que pasará el tren que lleva pasando días que se convierten en semanas, semanas en meses y meses que acaban siendo años. Años de lo mismo, años con la misma mierda, años dando valor al "que dirán", al "hacer lo correcto", al "evitar hacer daño". Pero ya, me da igual lo qué digas, si hago o dejo de hacer lo correcto, y si te hago daño, te jodes, es así. No hay más. Te quiero muchisimo pero no te das cuenta, me prometes el cielo y ni siquiera llegamos a medio metro del suelo. Cambias cambias y cambias, y te crees que soy yo la que me alejo, la de las miradas hacia todos y hacia ninguno a la vez, y como no, te dedicas a seguir haciendo una inumerable lista de promesas, pensando que conseguirás sacarme esa sonrisa que sabemos que te gusta, la sonrisa del no te preocupes, siempre estaré aquí. No quiero seguir apuntando en esa lista, me he cansado de escribir.
Ahora, marcaré tiempo y cogeré un tren hacía el norte, el norte de ningún sitio, de cualquiera. Iré a contracorriente, si no te gusta, llora.

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