Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

sábado, 11 de diciembre de 2010

Ni principio ni fin.

Te planteas seguir o no seguir. Estás en un camino lleno de matorrales, a lo lejos parece un jardín, de esos tristes de invierno, donde preciosas flores dormitan o más bien se esconden. Claro, se esconden de algo, están inmersas entre una multitud de hierbajos, hierbas de las que deberían arrancarse y no permitir ni un más mínimo crecimiento. Son absoluta y completa contaminación. Lo peor, es que hay más de una. Parece que se multiplican. Asqueroso.

Y así, un jardín se ha convertido en un puro reflejo de mis pensamientos. No busco nada, prefiero no pensar, ni actuar ni siquiera intentar buscar alguna que otra explicación. Es mucho más complicado de lo que pensaba. Momentos anteriores de claridad, completa, me atrevería a decir, se vuelven en mares de dudas. Y como no, mi querida compañera descofianza vuelve a estar a mi lado. No me extraña, las mentiras no dejan de perseguirme.

A pesar de todo, hoy me he cargado de positivismo.

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