Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

martes, 30 de noviembre de 2010

Efecto batidora.

Del mismo silencio sacamos la misma conclusión. La perfección es completamente subjetiva. De ahí, el pequeño motivo de no buscarla. Ni perseguirla, ni encontrarla, ni saborearla.
En cambio, llegas tú. El grado de diferencia y similitud están en un equilibrio prácticamente constante. Apareces, desapareces y vuelves a aparecer, como no, dando señales de humo. Y para qué pequeñas o disimuladas. No, tú decides casi provocar incendios con tal de llamar la atención. Tomas decisiones que luego deshaces, de tal manera que parece que todo se desvanece en milésimas de segundo, al igual, que vuelven a fabricarse del mismo modo.
Rareza. Justo esa palabra te definiría a la perfección. Pero como la perfección no existe, me doy cuenta de que no te conozco. No te conozco por lo que no te juzgo. Aunque de manera posiblemente inevitable me provocas un conjunto de reacciones en forma atracción-repulsión. Y no hay un lado de la cuerda que tire más que el otro, por lo que volvemos a hablar de un equilibrio prácticamente constante.

Y si, como verás esto es un ciclo que lo único que consigue es un efecto batidora. Todo junto. Nada claro.

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