Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

jueves, 21 de agosto de 2014

Haz ver que me olvidas, y me acabarás olvidando. O eso me decían.

Te escribo a escondidas, como siempre, nadie me permite acordarme de ti, ¿vaya estupidez no? Se piensan que por que haya quitado nuestras fotografías, por qué haya guardado en esta caja de zapatos cada uno de tus recuerdos, y apenas pueda recordar como sonaba tu voz, no voy acordarme de ti. Como si esas cosas se pudieran controlar. Ellos no saben nada. Ellos no saben que has sido la casualidad de mi vida, y que hay cosas que el tiempo no borra.

Hay tantas cosas que quiero contarte. Solo necesitaría un día de tu vida, uno. Pero sé que (prefiero) pensar que no me lo merezco, y que no me lo darás. Así que tengo que conformarme con que durante estos minutos, pienses en mí, pienses en ese nosotros que se me escurre entre los dedos. Podría pasarme horas escribiendo lo mucho que te echo de menos, lo mucho que echo de menos recorrer la constelación de tu espalda o que me sorprendas como tú solo sabes.
En cambio, solo espero que seas feliz, que todos esos sueños que te alejaron de mí se hagan realidad, y que, algún día puedas comprender lo mucho que te quise, y te des cuentas del error que cometiste (o quizás no).

Tres cientos noventa y un días después de la vigésima despedida, decidí ponerle punto y final (no suspensivos), a algo que no tenia final. Pero el tiempo borra lo imborrable, y si no ya lo haces tú. Me olvidé de todo aquello que 'era suficiente para siempre', de los lugares donde podríamos ser felices tú y yo con nuestra bola del mundo, de tus palabras que sembraban calma en mi.
También me olvidé de nuestros tsunamis, 'de estar incondicional e irrevocablemente enamorada de ti', y de que incluso tú eres incapaz de pelear 24 horas al día contra lo que sientes. ¿Sabes de lo que único que no me he olvidado?

De la última fotografía que nos hicimos, donde mi sonrisa solo transmite felicidad. ¿Te acuerdas?  Y de aquella noche, en la que una vez más no fuiste sincero conmigo, en la que una vez más me dejaste marchar, aún sabiendo que nunca más seríamos dos.

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