Perderse en la lluvia

Perderse en la lluvia

jueves, 13 de octubre de 2011

No eres bienvenida Soledad.

Tal vez una buena sesión de frío era la mejor medicina para ella. Miró por la ventana, y al ver que las hojas empezaban a caerse, no paró un segundo en pensarlo dos veces. Agarró una bufanda y el abrigo del final del armario, las llaves, algo de dinero por si tenía hambre y un buen libro.
Abajo ya, miró, derecha, izquierda, otra vez derecha. Sí, esta vez se decantó por la izquierda, sabía que siempre que salía iba por la derecha. Una calle larga, gente mayor paseando agarradas del brazo e intentando amenizar aquella tarde de frío, un par de bares abiertos, unos cuantos niños correteando... No había mucho más que ver.
Las opciones eran escasas, volver por donde había llegado o sentarse en un banco cualquiera. La segunda era mejor, y así hizo. Descubrió con el paso del tiempo que los prejuicios no residian en el resto de humanos del planeta, que estaba todo bastante más cerca. Si no existía nadie que la quisiera tal y como era sonaba curioso, pero la realidad era así. No sabía el motivo, incompatibilidad de pensamientos, distintas maneras de ver el mundo superficial en el que todos vivimos, las ansías de amor y el miedo al dolor. Sea como fuere, el temor a la soledad creía por cada minuto que pasaba.

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